Como ya somos 400 en el grupo, lo celebraremos por la noche en la plaza de la ciudad. Cada uno encenderá su farolillo de papel y dejará que se eleve hasta el cielo en una danza rumbo a las estrellas. Sus luces titilarán en la oscuridad del firmamento como si fueran nuestros sueños brillando en la adversidad.
Unidos, contemplaremos embobados la preciosa estampa. Nuestros corazones henchidos de esperanza; nuestras sonrisas iluminando nuestras almas; nuestra amistad extendida con franqueza; y nuestras plumas preparadas para hacer de este mundo un lugar menos hostil y aburrido.
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