No quería que escapara. Odiaba verlo irse de rositas después de lo que
le había hecho. No dejaría que huyera en busca de otra víctima inocente.
Corrió tras él. Lo golpeó con furia
asesina, con saña.
Se miró las manos manchadas de sangre y sonrió
triunfal. "Ese no vuelve a picarme", pensó mientras se rascaba.
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